“Porque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá fruto; la obra de la oliva mentirá, y los labrados no darán mantenimiento; las ovejas serán taladas de la majada, y en los corrales no habrá vacas; pero yo en el Señor me alegraré, y en el Dios de mi salud me gozaré” (Hab. 3:17,18).
Las crisis financieras afectan a mucha gente, que a veces no encuentra esperanza en estos momentos difíciles. |
Para enfrentar la crisis, Zedillo recurrió a los Estados Unidos, su principal socio en el NAFTA. Este país puso a su disposición un fondo de 20.000 millones de dólares. También, puso en marcha un severo ajuste. A fines de 1995, la situación estaba bajo control pero ese año, el PBI había retrocedido, habían cerrado 10.000 empresas y la inflación era de más del 50 por ciento anual.
Los negocios mexicanos que tenían deudas en dólares, o que se confiaron en comprar suministros de Estados Unidos, sufrieron un golpe inmediato, con un despido masivo de empleados y varios suicidios producto de la tensión de las deudas. Negocios cuyos ejecutivos asistieron a las reuniones en las oficinas del entonces presidente Zedillo se ahorraron la pesadilla de la crisis - ya que fueron advertidos, compraron rápidamente una inmensa cantidad de dólares y renegociaron sus contratos en pesos.
Para empeorar la situación, el anuncio de la devaluación se dio a mitad de semana en un miércoles, y durante el resto de la semana los inversionistas extranjeros huyeron del mercado mexicano sin que el gobierno hiciera ninguna acción para prevenirlo o desalentarlo hasta el siguiente lunes cuando ya todo fue muy tarde.
Las repercusiones sociales que tuvo esta crisis fueron incalculables: en muchos casos se tradujeron en pérdidas económicas para las familias. Muchos perdieron sus casas y autos que habían adquirido en contratos con tasa variable. Otros más perdieron todo. El sentimiento de pérdida de un futuro para el país se hizo al considerarse esta crisis económica como el final de la clase media.
La crisis es un monstruo que crece en las sombras, y ataca de forma sorpresiva y despiadada. Muchos, ante ella, reaccionan como estos ciudadanos que, en su impotencia, entendieron que la vida ya no tenía sentido si fracasaban en los negocios. Es triste, pero cuando “la higuera no florece” es muy difícil sobreponerse.
El texto de hoy, sin embargo, nos invita más que a simplemente resistir la crisis, o resignarnos ante ella, ¡a alegrarnos en medio de ella! Por más utópico que te parezca el concepto, la realidad es que, cuando pones tus problemas en las manos de Dios, Él te ayuda a soportar las crisis con una actitud confiada y segura.
Te invito a que pongas tus cargas delante de él. Pide a Dios sinceramente: Señor, permíteme alegrarme en ti, sean cuales sean las circunstancias que me rodean.
bueno esos es uno de los males k nos conllevan a alejarnos de dios y nos dirijen al suicidio k pèna x akellos k no saben administrar bn su dinero
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