“Y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:39).
Es el año 2007 en la República Dominicana. Se acerca el mes de diciembre, caracterizado por la efervescencia de las constantes fiestas de empresas, familias, o simplemente de centros de diversión nocturna. En la pequeña comunidad del Duey, de la provincia San Cristóbal, se siente el ambiente navideño típico de todos los años. Ni siquiera la copiosa lluvia detiene a estos desenfrenados juerguistas.
La propia comunidad invita a sus habitantes al desenfreno. Un pueblo pequeño, con un río de hermosos balnearios, en donde personas poderosas han construido casas de veraneo. Más aún, se comentan casos de adulterio, drogadicción y trata de ilegales ocultas dentro de algunas de estas suntuosas villas. Sin embargo, pronto la calamidad los visitaría... ¡Dos veces!
El primer golpe, paradójicamente, fue la tormenta Noel, a finales de octubre. Tres establecimientos nocturnos tienen sus tradicionales fiestas de bandas invitadas aderezadas con sus ofertas en las bebidas alcohólicas. La caída sincopada de la lluvia competía con la rítmica música de las tres fiestas licenciosas que competían por la supremacía. Nadie estaba listo para lo que se aproximaba. Por causa de las fuertes lluvias de Noel la comunidad quedó incomunicada, y según datos oficiales [sumamente cuestionados] 85 personas murieron en el país, más de 40 en la comunidad de El Duey. El 30 de noviembre se cerró la temporada ciclónica, y las cosas volvieron a su curso normal. Sin embargo, esta sólo era la primera advertencia.
En la madrugada del 13 de diciembre se oyó nuevamente el desesperado clamor: “¡Corran, que el río viene con fuerza!” Muchos que dormían en sus casas, al levantarse veían subir el nivel en cuestión de segundos, hasta casi anegarlo todo. La tormenta Olga a penas dejó evidencias de asentamiento humano. En esta ocasión, la fuerza de la corriente era mayor por causa del nivel pluvial provocado por la tormenta Noel. Sumado a esto, la resistencia que ofrecía el terreno era considerablemente inferior. La comunidad completa fue “pesada en balanza”, y las terribles consecuencias señalan contundentemente que fue hallada falta (Daniel 5:27).
El texto de hoy nos muestra la forma característica en la que la gente cierra sus ojos a la realidad de la muerte, del sufrimiento, de la vanidad y de la fragilidad de nuestra vida en este mundo. Muchos son los que quieren gozar los placeres de la vida, sentirse “vivos”, disfrutar la vida. No se dan cuenta de que, en realidad, están muriendo. No hay consejo ni advertencia que valga, hasta el momento en el que “el diluvio se los lleva”.
El profeta Ezequiel advierte categóricamente: “Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; he aquí que viene” (7:6). No esperes a que el agua te llegue hasta el cuello para arreglar tus cuentas con Dios. Hoy es el mejor día para decir: “Señor, te entrego mi vida; abandono mis pecados. ¡Séllame para vida eterna!”
Más información en:
Guerrero, J. (2007). Olga: el nombre de una tormenta en proceso. http://duarte101.com/2007/12/11/olga-el-nombre-de-una-tormenta-en-proceso/ Disponible en la web el 4 de julio de 2011.
_______. (2007). 85 muertos: una gran mentira. http://unnuevoprsc.blogspot.com/2007/11/85-muertos-una-gran-mentira.html Disponible en la web el 4 de julio de 2011.
Santiago, A. (2007). El Duey queda incomunicado tras paso de tormenta "Olga". http://www.diariolibre.com/noticias_det.php?id=161338 Disponible en la web el 4 de julio de 2011.
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