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domingo, 11 de diciembre de 2011

Contra Todo Pronóstico

“Forjen espadas de sus rejas de arado Y lanzas de sus podaderas; Diga el débil: ‘Fuerte soy’” (Joel 3:10).

James Walter Braddock, "El Hombre
Cenicienta".
La gente nos evalúa constantemente. Con frecuencia apuestan a nuestro triunfo, o a nuestro fracaso. Muchas son las veces en la que ni siquiera las estadísticas nos dan posibilidades de éxito. Esto, por cierto, suma mucho más carga a nuestras dificultades.

La historia del boxeo registra la interesante carrera de James Walter Braddock. Se hizo profesional en el pugilismo a la edad de 21 años. Se lo recuerda como un boxeador que no tenía nada impresionante que ofrecer, a tal grado que en la época de la Gran Depresión tuvo que buscar trabajo portuario para sostenerse, pues las opciones eran limitadas para los pugilistas de mitad del escalafón.

Lo que tiene a este hombre en la historia, sin embargo, es su capacidad para vencer en las peleas en las que no era favorito. Esto le hizo ganar el apodo de Cinderella man, o “El hombre cenicienta”.

En 1934, debido a una cancelación de último minuto, a Braddock se le ofreció la oportunidad de pelear contra John "Corn" Griffin. Aunque se suponía que debería ser otro escalón en el ascenso de Griffin, Braddock consiguió una victoria inesperada. Después derrotó a otro respetado contendiente, John Henry Lewis; y en marzo de 1935 derrotó a Art Lasky, que le hizo ganarse la consideración de ser el máximo contendiente al campeonato del mundo y consiguió una pelea por el título contra el Campeón del Mundo de los pesos pesados, Max Baer.

Considerado nada más que un púgil experimentado, Braddock fue escogido por los agentes de Baer porque fue visto como una paga fácil para el campeón en su primera defensa del título. Las apuestas favorecían a Baer por 10-1. Baer casi no prestó atención a su preparación física para la pelea, y en una de las mayores sorpresas del boxeo, el 13 de junio de 1935, en Long Island City, Nueva York, Braddock ganó el campeonato del mundo de los pesos pesados. La pelea mostró a un tenaz Braddock recibiendo pesados golpes del campeón, pero continuó hasta que venció a Baer. Los jueces le dieron a Braddock el título por decisión unánime. El “hombre cenicienta” había logrado vencer los pronósticos otra vez.

La mayoría de nosotros, si somos realmente sinceros, es como aquel hombre sin cualidades prodigiosas en su hoja de vida. Tenemos un sueldo promedio, un trabajo promedio, una belleza promedio, una familia promedio… en fin, a veces nuestra mejor cualidad es nuestra juventud, o nuestra experiencia.

Aunque no tengamos armas sofisticadas para la batalla, el texto de hoy nos invita a transformar nuestras herramientas comunes en poderosos artefactos de combate. Y aún cuando estemos seguros de nuestra debilidad, declaremos con gran convencimiento que somos fuertes.

En nuestro mundo se ha demostrado que los vencedores no son necesariamente los más capacitados, o los que más apoyo reciben, sino los que luchan con el corazón, declarando firmemente: “el Señor está conmigo como poderoso gigante” (Jeremías 20:11).

En tus conflictos de este día, recuerda que aunque pocos te den como favorito, hay Uno que lucha a tu lado, un Guerrero invicto, cuyo nombre es Jehová de los Ejércitos: Él te ayudará a vencer. Ayúdame, Señor, a luchar con valentía cuando todos creen que será imposible, porque sé que lucharás conmigo.

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