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domingo, 6 de noviembre de 2011

Guerras sin Sentido

“No contiendas con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño” (Proverbios 3:30).
Este es un cementerio con víctimas
de guerra. Gran cantidad de cuerpos
no llegan a reconocerse o encontrarse
.

Paz. El mundo entero encuentra en esta palabra la descripción del ideal de convivencia de las sociedades humanas. “Paz es la voz que queremos oír”. Sin embargo, la historia está plagada de guerras. Es más, muchas de las guerras del mundo nacieron del capricho, la insensibilidad o el conflicto de personas que ni si quiera se vieron las caras en el campo de batalla.

Dice Cesar de Cuenca: “Dime donde quieres la guerra que yo te buscaré el motivo”. Esta cruda declaración expresa una realidad que han vivido muchos pueblos de la historia. Aquí tenemos, como ejemplo, algunos casos interesantes.
  1. Año 1925. “Guerra del Perro Perdido”. Lugar: Macedonia. Se enfrentaron Grecia y Bulgaria. La causa: Un perro de los soldados griegos cruzó la frontera de Bulgaria y su dueño se precipitó detrás de él. Los centinelas búlgaros mataron al soldado, entonces las tropas griegas invadieron Bulgaria, asesinando e hiriendo a 48 enemigos. El resultado: Una reunión de urgencia de la Liga de las Naciones arbitró el conflicto y se acordó en firmar la paz. Bulgaria pagó una indemnización de 30.000.000 de levas.
  2.  Año 1325, “Guerra del Cubo de Roble”. Lugar: Italia. En ella se enfrentaron dos estados italianos entre si, Boloña y Modena. La causa: Un regimiento de soldados de Modena invadió Boloña para robar un cubo de roble marrón y, durante esta incursión, mató varios cientos de ciudadanos enemigos. Boloña se movilizó, y marchó a la guerra tanto para recuperar el balde como para restaurar su honor. El resultado fue: Una guerra de 12 años, con miles de vidas perdidas. Modena ganó la batalla de Zappolino y se quedó con el cubo. Hoy el balde robado puede ser visto en el campanario de la Ghirlandina, un “campanile” del siglo XIV, detrás de la moderna catedral.
  3. Era el año de 1152, cuando se desató la “Guerra de las Barbas” de Francia contra Inglaterra. Cuando el barbado rey Luís VII de Francia se casó con Eleanor, hija del duque francés, recibió como dote dos provincias en el sur de Francia. La causa: Mientras regresaba de las cruzadas, Luís se afeitó la barba con gran disgusto de su esposa, que lo encontraba feo sin ella. Pero el se negó a dejarla crecer de nuevo. Entonces Eleanor se divorció de él y, después de haber contraído matrimonio con Enrique II de Inglaterra, demandó la devolución de sus dos provincias para entregarlas a su nuevo marido. Como el rey Luís no aceptó la petición, Inglaterra declaró la guerra para rescatarlas por la fuerza. El resultado fue: La guerra duró 301 años. La paz fue declarada en 1453, después de la batalla de Rouen.

¿No te parece algo absurdo? Años de conflicto, fortunas incalculables invertidas, soldados caídos, familias destruidas… ¿A qué precio? Ni si quiera en nuestro siglo veintiuno encontramos una solución más viable a los conflictos. En la era de las telecomunicaciones, de las Naciones Unidas y de la globalización todavía enfrentamos invasiones armadas, intercambios bélicos, prisioneros de guerra y víctimas inocentes.

Lamentablemente, nuestros hogares, oficinas, salones de clase e iglesias son campos de batalla donde con frecuencia nos enfrascamos en los más insensatos conflictos. Nuestro orgullo destruye nuestras relaciones, nuestras familias, a los que amamos, e incluso a nosotros mismos, y todavía a ese precio seguimos sosteniendo guerras sin sentido. Un día como este es bueno para que hagamos una tregua. Firmemos las paces con nuestros semejantes. Si no hay manera de llegar a la mesa de la negociación, pues aceptemos los términos contrarios. Pensemos por un momento que perderemos más que sólo la razón si continuamos luchando por tonterías.

Muchos soldados mueren en la guerra.
De los que sobreviven, algunos
terminan con severos traumas
emocionales.
Hagamos del texto de hoy una consigna. Promete firmemente a Dios: Señor, hoy buscaré, por todos los medios posibles, la paz con mis semejantes. ¡Ayúdame tú a ser un pacificador!

4 comentarios:

  1. Oye, pero que tremendo!!!! Es que el orgullo es muy grande.. Dios nos ayude a ser humildes de corazón y a ser verdaderos pacificadores!!! Muy buen texto!!!! Dios te bendiga mucho Ney! =D, Yise..

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  2. la mayor parte del tiempo los conflictos y situaciones q nos suceden no son en realidad tan graves... siempre depende del punto de vista con el que lo miremos, recuerdo haber leido sobre un hombre que iva tarde al trabajo y se encontro en un tapon y empezo a golpear el guia y lo destruyo, entonces se tuvo que quedar ahi hasta q lo vinieran a reparar... tenemos que tomar las cosas con calma... mira como surgieron esas guerras,por cosas aparentemente sin sentido. CLAUDIA GONZALEZ

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  3. wow.... me diste en el entrecijo...lol bendiciones ---primicio

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  4. Excelente mensaje Neilyn!! Que Dios te siga bendiciendo, con Su sabiduría. La gloria para Dios y sigue adelante! YANELLY MESA DIAZ

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