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domingo, 23 de octubre de 2011

Paz Verdadera

Sí, porque han engañado a mi pueblo, diciendo: ¡Paz!, cuando no hay paz. Y cuando alguien edifica un muro, he aquí, ellos lo recubren con cal” (Ezequiel 13:10)

Ejército romano.
La “Pax Romana”, llamada también “Pax Augusta”, es el nombre atribuido a diferentes periodos de paz impuestos por el Imperio Romano a los pueblos por él sometidos. La expresión proviene del hecho de que la administración y el sistema legal romanos pacificaron las regiones que anteriormente habían sufrido disputas entre jefes, tribus, reyes o ciudades rivales (por ejemplo, los interminables conflictos entre ciudades griegas o tribus galas).

El estado de paz se refería sólo al interior de las fronteras del imperio, mientras que se siguió combatiendo a los pueblos de la periferia germanos, partos, etc. Fue un periodo de relativa calma, durante el cual no hubo que hacer frente ni a guerras civiles del calibre de las del siglo I a. C. ni a grandes conflictos con potencias extranjeras, como en las Guerras Púnicas (siglos III y II a. C.).

La Pax Romana, sin embargo, fue en realidad una paz armada, porque los emperadores conservaron las fronteras del Imperio gracias a las espadas. Las invasiones (germanas al norte y persas al este) pusieron fin al último periodo de ‘paz romana’ en el siglo III d. C.

Otros períodos de paz en la historia, como la Pax Hispánica, pretendían mostrar al mundo una Europa sin conflictos. Sin embargo, las supuestas evidencias de paz eran pasajeras, y no mostraban la voluntad real de muchos que, en ocasiones, eran pueblos que tenían la paz como opción porque no podían sostener una guerra.

¿Puede llamarse paz a algo tan frágil y a la vez tan forzoso como esto? Y si esto no es bonanza, ¿a qué nos referimos al hablar de paz verdadera? Si buscamos cuidadosamente en la historia del mundo, son muchos los que han maquillado la guerra con tratados de paz que son solo una vana apariencia pasajera.

Jesús habló de una paz diferente. “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27). Esta paz tiene en ella un factor especial. La paz del mundo pretende someter todas las circunstancias posibles al control del ser humano. En contraste, la paz de Cristo una paz que no depende de que haya sol o haya lluvia. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Tener paz y tener tribulación, ¿al mismo tiempo? ¡Sí! Según lo enseña Jesús, la paz verdadera no depende de las circunstancias, ni se consigue por la fuerza. Es el resultado de la confianza plena en aquel que guarda “en completa paz, a aquel cuyo pensamiento” en él persevera (Isa. 26:3). Por eso el consejo del profeta es: “Confiad en Jehová perpetuamente: porque en el Señor Jehová está la fortaleza de los siglos” (Isa. 26:4). 

Señor, danos tu paz, para que a pesar de todo lo que pase, nuestra esperanza permanezca firme en tus promesas.

2 comentarios:

  1. Jehova de "Los ejercitos" es tambien "Dios de paz" el Dios a quien servimos no le tiene miedo a meterse en un lio para resolver un problema profundo... el no quiere que tengamos una paz superficial, como tu dices Ney la paz de Dios es total a pesar de las tribulaciones, no es una paz como la que el mundo da :)
    Claudia Massiel.

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  2. Que Dios nos de' esa paz cada día y que sobre todo confiemos que Dios provee a nosotros sus hijos!!! Dios es amor y nos ayuda a tener paz en medio de cualquier tormenta =D... Yise

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