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lunes, 15 de octubre de 2012

Insaciables

“El que ama el dinero no se saciará de dinero, y el que ama la abundancia no se saciará de ganancias. También esto es vanidad” (Eclesiastés 5:10).
Ambición. Fuente: diariodelideres.com
Quizá has conocido a alguien que se pasa o se pasaría el día comiendo, en ningún momento se siente saciado y sólo piensa en comer y comer. Puede que padezca el Síndrome de Prader-Willi (SPW), una patología congénita no hereditaria que afecta a una de cada 15.000 personas y que se caracteriza por el apetito insaciable, la hipotonía (bajo tono muscular), y el deficiente desarrollo tanto mental como físico, entre otras cosas. Naturalmente, si la dieta no se controla, y la falta de movimiento y ejercicio de quien lo padece, también desemboca en obesidad.
Quien padece el SPW nunca se siente satisfecho tras comer, ya que falla el centro de saciedad del hipotálamo, comen todo lo que encuentran y si es necesario inventan y mienten para seguir comiendo.
Esta enfermedad, para la cual no se ha encontrado cura, es tratada por profesionales de la salud especializados en nutrición, quienes recomiendan una dieta hipocalórica (baja en calorías) para que los pacientes mantengan un peso más adecuado.
Si bien el SPW sólo afecta a uno de cada 15.000, pareciera que la ambición del ser humano tiene un síndrome equivalente, que afecta a muchos.
Timothy Judge, psicólogo de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), realizó una investigación donde halló que las personas ambiciosas suelen tener carreras más exitosas y salarios más altos, pero eso no significa que sean más felices.
Parecería que las personas ambiciosas ″están predispuestas a conseguir todo. Sin embargo, la ambición impacta la satisfacción con la vida propia y afecta negativamente la longevidad. Por lo tanto, la gente ambiciosa sí tiene carreras más exitosas pero esto no parece trasladarse a una vida más feliz y saludable″, afirma el experto, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista Journal of Applied Psychology.
Judge trabajó con 717 personas, de las cuales algunas fueron a las mejores universidades y otros solo terminaron el secundario. El experto los entrevistó en distintos momentos de su vida y notó que la ambición va acompañada de mejores resultados laborales y económicos pero la salud y la satisfacción suelen ser peores. De hecho, la gente ambiciosa suele morir más joven.
El texto de esta reflexión nos muestra que no hay un límite para la ambición cuando amamos las riquezas y las ganancias. No nos equivoquemos, es bueno desear buenas cosas, y esforzarse intensamente para superar la mediocridad. Pero también es necesario sentirse satisfecho. De lo contrario, tendremos en algún momento sobrepeso de cosas materiales, y un vacío mayor del que tuvimos antes. “También esto es vanidad”, dijo el Predicador.
El mal aumenta cuando no sólo luchamos con nuestra propia naturaleza, sino que también nos rodea una sociedad de consumo que produce cosas que no necesitamos, para que gastemos dinero que no tenemos, en bienes que impresionen a gente a la que no le importamos.
Dios, el mayor de los dadores, nos ofrece hoy más que bendiciones materiales, el sentido de satisfacción. Él es “el que sacia de bien tu boca” (Salmo 103:5). Hablando de él, el salmista afirma: “Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente” (Salmo 145:16).
Sería bueno tomarnos un tiempo para mirar todo lo que tenemos. Cuenta tus bendiciones hasta hoy, y sabrás que lo único que necesitas para ser feliz es sentirte satisfecho. Por este día, cambia el sentido de tu oración pidiendo algo diferente: “Señor, más que darme todo lo que deseo, ¡Sáciame!”
Para más sobre el estudio del Dr. Judge, visita http://www.diariodelideres.com/0/vnc/content.vnc?id=3488.

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